Dar el pecho o leche de fórmula a tu bebé es una decisión muy personal. Además, determinados factores externos u otras dificultades obligan a muchas mamás a decantarse por dar el biberón. Cómo alimentarás a tu bebé será, sin duda, la mejor opción para él y para ti. Yo opté por amamantar a mi bebé y en este artículo te cuento cómo empezar con la lactancia materna y no fracasar en el intento.
La lactancia materna es el alimento diseñado por la naturaleza para el recién nacido que tiene la capacidad de protegerlo de diferentes enfermedades así como también tiene un impacto positivo en el desarrollo neurológico del bebé. Estas afirmaciones las recoge una interesante tesis sobre la lactancia materna de la Universidad Católica de Chile que podéis leer aquí.

En los primeros días después del nacimiento, el bebé se alimenta del calostro. Es un tipo de leche materna que se ha ido generando durante el embarazo que recoge las condiciones perfectas para alimentar al recién nacido: alto contenido en proteínas, proporciona gran cantidad de defensas inmunológicas, ayuda a reducir la absorción de bilirrubina y tiene un efecto laxante. Por este último motivo es por lo que el bebé digiere el calostro rápidamente y aumenta la demanda. El aumento de esta necesidad por parte del bebé provoca que éste estimule el pecho de la madre y se produzca la subida de la leche materna.
Así pues, días después del nacimiento y después de la estimulación del pecho por parte del bebé, se produce la leche materna. Ésta que contiene igualmente los mejores nutrientes para el bebé, irá modificando su composición a medida que crezca el bebé, adaptando sus necesidades a su crecimiento.
Los cambios de sabor, condicionados por la alimentación de la madre, preparan al bebé a a los diferentes alimentos que se le presenten en comenzar con la comida sólida más adelante.
Otra de los beneficios de la leche materna es que favorece el correcto desarrollo de la mandíbula, dientes y el habla puesto que la succión que realiza en el pecho es más activa que en la tetina y promueve el desarrollo de los músculos de la mandíbula.
Mi caso: la lactancia materna con Lucía

Llegué con mucho respeto a intentar salir exitosa dándole el pecho a Lucía. De hecho, minutos después de dar a luz, la matrona me colocó a mi bebé en el pecho y me explicó una de las posturas para amamantar a mi recién nacida.
He tenido mucha suerte en este tema. Primero y principal porque Lucía nació ya mordiéndose el puño (literal). Que el bebé le guste comer facilita, sin duda, el proceso. Y el segundo punto, la ayuda de las matronas tanto en los primeros días en el hospital como la mía durante sus visitas en la cuarentena. Consejos sobre la postura correcta para amamantar como el agarre al pezón son muy importantes para que la lactancia materna sea un éxito.
Los primeros días en el hospital iniciándome como madre y con la lactancia fueron un desafío puesto que se acumulan las diferentes molestias e incomodidades después del parto. No obstante, mi bebé era muy demandante asÍ que esto provocó que mis pechos se estimularan y produjeran leche materna.
Debido a mi inexperiencia y fallos posturales y del agarre del bebé, mis pezones estaban muy sensibles pero seguí adelante. No usé pezoneras porque las molestias eran todavía bastante llevaderas. Pero un producto que llevo usando desde el primer día es la crema Purelan de Medela. Una crema cicatrizante para los pezones que no supone ningún problema si el bebé la toma durante la succión.
Las molestias duraron una semana y fueron disminuyendo con el tiempo. Lo que fue aumentando fue el peso de mi bebé: Lucía nació con 3,700kg y perdió 200gramos en los 2 primeros días de vida. La pérdida de peso del bebé durante los primeros días es normal. El objetivo es, según los médicos, recuperar el peso del nacimiento a las dos semanas. Lucía cogió peso rápidamente y antes de las 3 semanas superaba en 1 kg el peso del nacimiento, colocándose en 4,700kg.

Mi matrona estaba sorprendida y encantada con el éxito de la lactancia materna. Yo, un poco preocupada por si este aumento de peso tan acelerado iba a provocarle sobrepeso, azúcar u otros problemas. Su respuesta fue tajante: no, de hecho disminuye la probabilidad de desarrollar obesidad. La leche materna contiene exactamente los nutrientes exactos y la cantidad consumida es autoregulada.
Lo que más me apasiona de dar el pecho a mi niña es el vínculo que se ha creado entre nosotras. Darle el pecho es toda una experiencia, es nuestro momento. Existe una dependencia exclusiva hacia la madre que te hace sentir una persona con millones de poderes, una heroína para tu bebé. Una subida de autoestima que supera otras dificultades que nos encontramos en plena etapa post parto.